La crisis económica y financiera que atravesamos no debe hacernos olvidar lo que constituye una de las claves para nuestro futuro, a saber, el desarrollo de los países más desfavorecidos. Por el contrario, los Objetivos del Milenio, fijados en Nueva York en septiembre de 2000, siguen siendo una prioridad: de aquí a 2015 debemos erradicar la pobreza extrema y el hambre, garantizar la educación primaria para todos, promover la igualdad entre los sexos, reducir la mortalidad infantil y mejorar la salud materna, combatir las grandes pandemias como el Sida, la tuberculosis y la malaria, garantizar un medio ambiente sostenible y establecer una alianza mundial para el desarrollo. Ya se han iniciado grandes proyectos, que las dificultades actuales no deben poner en entredicho.
Primeras víctimas de la crisis, los países en desarrollo son igualmente parte de la solución. Los motores de crecimiento están en el Sur y debemos recordar constantemente que ayudar el Sur a desarrollarse es ayudarnos nosotros mismos a salir de la crisis. Las decisiones tomadas en el G20 de Londres bajo la égida del Presidente de la República, constituyen en ese sentido una etapa crucial para nuestra actuación colectiva.
Los mecanismos innovadores de financiación desempeñan en este ámbito un papel motor. La ayuda oficial al desarrollo, con los 119.000 millones de dólares movilizados en 2008, no puede lograrlo todo, aunque constituye una palanca indispensable para garantizar los demás mecanismos para la financiación del desarrollo: recursos fiscales internos, inversión privada o remesas financieras de los migrantes. Hoy, frente a necesidades acentuadas por la crisis, los mecanismos innovadores de financiación se imponen en materia de salud, de educación y de medio ambiente.
Gracias a ellos, encontramos recursos complementarios con respecto a la ayuda oficial tradicional: el impuesto sobre los billetes de avión, aplicado por 13 países, que financia el tratamiento pediátrico contra el VIH Sida de 100.000 niños por año, mediante el programa Unitaid; el Instrumento internacional para la financiación y la inmunización (IFFIm), del que Francia es el segundo contribuyente, que facilita la vacunación de más de 100 millones de niños en el mundo; las garantías otorgadas a las industrias farmacéuticas (precio de compra mínimo para una cantidad y una duración dadas) que permiten fabricar y difundir una vacuna contra el neumococo, que causa la muerte de 800.000 niños cada año; el Fondo para la adaptación al cambio climático, alimentado por parte de los créditos de carbono; el programa RED, establecido por el Fondo Mundial de Lucha contra el SIDA, la tuberculosis y la malaria, a partir de contribuciones privadas.
Pruebas de nuestro rechazo de la indiferencia y de nuestra solidaridad activa con los desposeídos, los mecanismos innovadores de financiación se han multiplicado desde la Conferencia de Monterrey en 2002: hoy existen ocho, que han producido más de 2.000 millones de dólares. Pero debemos cambiar de escala, como nos instara el Presidente de la República con motivo de la Conferencia de Doha de las Naciones Unidas, celebrada el pasado mes de noviembre. La Unión Europea, bajo Presidencia francesa, exhortó a los países miembros a que procedieran a su amplia aplicación.
El Grupo Piloto, creado en 2006 por iniciativa de Francia, Brasil, España y Noruega, contribuye de manera decisiva a ese necesario cambio de escala. Generador de ideas, foro de movilización en torno a iniciativas concretas y centro de intercambio de buenas prácticas, agrupa a 58 países de todos los continentes y asocia a las grandes plataformas de ONG y las principales organizaciones internacionales. Francia ejerce actualmente la presidencia semestral del Grupo.
¿Qué esperamos de esta Conferencia? Antes que nada, que responda al llamamiento de Doha, integrando a nuevos socios (Estados, ONG, organizaciones internacionales, empresas o fundaciones, etc.) y trabajando en torno a proyectos precisos que respondan a las necesidades de los países en desarrollo. Concretamente, cada país presente debe poner en práctica el año que viene un nuevo mecanismo innovador. Los proyectos en curso de elaboración, por su parte, deberán cristalizarse con un calendario detallado, como las contribuciones voluntarias sobre las reservas de los billetes de avión, apoyadas por Unitaid. Espero igualmente que durante esta Conferencia progrese el debate sobre la asignación al desarrollo de parte del ingreso de las subastas de créditos de carbono. Por último, se examinarán la viabilidad técnica de una pequeña tasa sobre las transacciones cambiarias y la posibilidad de contribuciones voluntarias en el sector de las finanzas internacionales. Nuevos compromisos, así como también nuevos sectores: después de la salud, primera beneficiaria de los mecanismos innovadores de financiación, la educación, la seguridad alimentaria o la adaptación al cambio climático deberán beneficiarse de esos nuevos mecanismos de solidaridad internacional. La movilización del ahorro privado en favor del desarrollo nos ayudará a ello. En ese ámbito, Francia desarrolla una experiencia que será útil para todos.
Francia, pionera en la creación de numerosos instrumentos innovadores, desea hoy proponer a sus socios nuevas ambiciones al servicio de los más pobres. Esta reflexión deberá ser conducida en interés de la comunidad internacional: es menester convencer acerca de la utilidad de los mecanismos innovadores de financiación y reflexionar sobre instrumentos adaptados a las necesidades del mundo en desarrollo, basados en un principio de racionalidad económica. Con este ánimo, debemos hoy alimentar una reflexión valiente y ambiciosa capaz de permitirnos sacar el mejor provecho de la creciente interdependencia financiera de los mercados internacionales. Por ejemplo, podría extraerse una minúscula fracción de las transacciones realizadas diariamente, mediante mecanismos ligeros y con una base voluntaria, porque la financiación del desarrollo debe convertirse en un imperativo moral. Esos fondos podrían utilizarse posteriormente para financiar proyectos de dimensiones humanas, seleccionados por su originalidad y su eficacia.
El Grupo Piloto continuará igualmente su labor en torno a dos temas revelados por la crisis y que se encuentran en la frontera de los mecanismos innovadores: la lucha contra la evasión fiscal, que priva a los países en desarrollo de recursos considerables, y la reducción de los costes de las remesas financieras de los migrantes, así como su mejor utilización. La Conferencia de París brindará igualmente la oportunidad de incrementar la complementariedad entre la actuación del Grupo Piloto y la de la Task Force sobre los mecanismos innovadores de financiación para la salud, lanzada el año pasado por Gordon Brown.
Al aportar más solidaridad, imaginación y voluntad, los mecanismos innovadores de financiación no constituyen ya una simple opción, sino que han pasado a ser una evidencia necesaria para ayudar a los más desfavorecidos de nuestro mundo.
Bernard Kouchner,
Ministro de Asuntos Exteriores y Europeos
El 3 de junio de 2009